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Disciplina positiva o cómo educar en positivo.

Disciplina positiva: Muchos son los padres y madres que buscan establecer o mejorar el tipo de relación que han construido con sus hijos. Muchos se quejan que siempre les están riñendo y que nada parece funcionar con ellos, que lo han probado todo sin observar cambios significativos. Muchos se dan ya por vencidos y tiran la toalla. La clave está en cambiar el enfoque, olvidarnos de destacar los errores para hacerlo sobre los aciertos, los logros o los esfuerzos que realizan nuestros hijos.

 

Educar con disciplina positiva ofrece a nuestros hijos la posibilidad de vivir en un clima de confianza donde poder crecer y aprender a ser responsables, autónomos y felices, sin miedo a equivocarse y con la seguridad de tener unos padres que les comprenden.

 

¿Qué significa educar en positivo?

 

Educar en positivo significa educar con cariño y respeto, pero también estableciendo normas y límites con la firmeza necesaria para que éstas se entiendan y obedezcan sin miedo.

 

Educar en positivo es un modo de educar que fomenta la autoestima, la confianza y la comunicación, dejando de lado la disciplina positiva en la que solo se destacan los errores y se usa el castigo como método de corrección – sin éxito a largo plazo y con más consecuencias negativas que positivas en las relaciones paterno-filiales-.

 

La disciplina positiva no es de ningún modo dejar hacer sin control, no se trata de volvernos pasivos, permisivos o negligentes ante las conductas inapropiadas de nuestros hijos. Todo lo contrario, se trata de entender por qué los niños se comportan del modo que se comportan en ese momento determinado, a la vez que les ofrecemos alternativas adecuadas para que aprendan el modo correcto de proceder o reaccionar.

 

Principios básicos de la disciplina positiva.

 

Para que podamos educar con disciplina positiva debemos tener en cuenta 3 principios básicos:

 

  1. Conocer y entender a nuestros hijos: cómo se sienten, piensan y reaccionan según su etapa de desarrollo.

 

Para poner en práctica este principio fundamental debemos estar dispuestos a invertir el tiempo necesario para ponernos en su piel y pensar cómo se sienten ellos en un momento determinado (estén enfadados, entusiasmados o apáticos) es decir, practicar la empatía antes de reaccionar negativamente ante un comportamiento que no comprendemos.

 

  1. Ofrecer seguridad y estabilidad: nuestros hijos deben poder confiar en nosotros, sus padres y madres, sintiéndose protegidos y guiados.

 

Esto significa evitar mentirles, engañarles, manipularles o defraudarles. Es mejor decir siempre la verdad adaptada a su nivel de comprensión antes que una mentira que luego les decepcione y frustre. Alejar gritos, insultos o palabras dañinas que tanto lesionan la autoestima de nuestros hijos.

 

  1. Resolver los problemas de manera positiva: sin recurrir a castigos físicos y humillantes.

 

Como padres implicados en la educación de nuestros hijos tenemos la obligación de ayudarles a reflexionar sobre lo que les ocurre, ofreciéndoles la posibilidad de encontrar diferentes alternativas o soluciones a los problemas a los que se enfrentan lo que significa, ayudarles a pensar en los posibles modos de resolver sus conflictos del día a día del cole o de casa y no resolverlos por ellos.

 

Educar con disciplina positiva requiere tiempo, paciencia y respeto hacia nuestros hijos. Tiempo para dedicarnos a enseñarles, paciencia para observar cambios y respeto hacia su forma de ser y proceder.

 

10 claves para educar con disciplina positiva

 

  • Facilitar un clima de bienestar en casa, donde no estemos siempre crispados y estresados.
  • Respetar el ritmo de aprendizaje de nuestros hijos. Cada niño se desarrolla a su propio ritmo, cada uno es único y especial, no debemos forzar a que superen etapas si no están preparados para ello. Las prisas son el peor enemigo para la educación.
  • Ser paciente y tolerante con sus errores y fracasos. Todos necesitamos equivocarnos para aprender. Los errores son nuevas oportunidades de éxito.
  • Valorar el esfuerzo y no tanto el resultado final. Elogiar cada progreso y no solo los éxitos.
  • Evitar gritar y reñir por todo cuanto hacen o dejan de hacer nuestros hijos.
  • Rebajar expectativas respecto a nosotros mismos y hacia los demás.
  • Evitar la sobreprotección que solo lleva a desarrollar niños miedosos e inseguros.
  • Dialogar con nuestros hijos desde bien temprana edad. El diálogo nos ayudará a hacerles reflexionar sobre su modo de conducirse en la vida pero también es la base para que se sientan parte importante de la familia.
  • Facilitar la expresión de sus emociones.
  • Gestionar los conflictos desde el punto de vista de las soluciones.

 

La disciplina positiva nos ofrece nuevas herramientas para criar y educar a nuestros hijos desde el respeto mutuo, facilitando su desarrollo como personas seguras de sí mismas y emocionalmente equilibradas.

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